sábado, 8 de mayo de 2010

Y las esporas secándose


Qué cosa los pájaros que se aventuran sobre la ciudad, digo mientras miro por la cristalera, a la derecha la montaña grande, más allá el Montserrate, a la izquierda la ciudad que empieza a hacerse tan alta a partir de la setenta y dos, el verde se vuelve ladrillo, los caminos cuadrículas, coches y zapatos pisándose la huella una y otra vez. Arriba un pájaro blanco chiquito, al menos se ve chiquito desde la ventana, quizá esté lejos, se tira a la capital que ya desde lejos le devuelve su aliento de humo y alarma como saludo de Buenos Días, ya con tos (¿qué tos?) desde el principio. El segundo piso parece, de hecho, un observatorio de aves, se ven los pájaros atrevidos que se adentran en la cueva de los hombres, algunos temblarán. Más arriba hay otra escalerita y el tejado. Y a mi lado la señorita Medussa, tijera en mano y en la boca argentino, Qué grande que sos, dice, porque suena un piano y retumba muy alto en los cristales y podría ser Chopin. La música está ordenada por duración, de las canciones que menos duran, a las más largas. Chopin ya duró diez minutos, con sus tres movimientos, así es que no quiero imaginarme lo que será ésta de Bob Dylan. Vivimos con una extraña pareja. Uno riendas otro caballo, eso sí. Y luego está Dulcinea, siempre le salen peces en el horóscopo de las chocolatinas JET. Nosotras recortamos, por eso Medussa tijera en mano, y el suelo se queda lleno de papelitos. O entonces cocinamos y las hojitas verdes se derriten en la mantequilla para un dulce galáctico y la cocina se queda llena de platos sucios y harina. Últimamente rescatamos a lo grande, con seguridad y grandeza como tigres. Claro que para otras situaciones no soy tan carerraja. Ayer nos robaron, la escena me agarró sin avisar, la escena saltó como tigre y nos dejamos morder, pajarita estúpida, vuela.

Las Otras Edades

Ahora (liando tabaquito, papel de felpa, nos ganó el Smoking rojo, pero mañana verás): esta música de guitarra como de Vinicius de Morais tocando un tango (sí, sí) con un acordeón mientras a mi lado las chispitas del fuego y miro a la Negra y me la veo dinosauria. Claro, anciana de los Tiempos Remotos, terodáctilos, más allá del tren de Varsovia, anciana que se acerca un poco más a las piedras. Y Felipe, Felipe debe de ser de la época de los fósiles, o mejor de las estalactitas, pero de una estalactita justo que cae, se transforma en agua y cae, ese momento de estalactita es Felipe. Y yo me he visto en África, pero eso es millones de años después. Después de las dinosaurias y no digamos de las piedras volcánicas, quizá meteoritos. Digo, “me apasionan, tú no sabes, me apasionan las zebras, las jirafas y los tigres”, “Africana”, me dice rápido la Vane (que a veces es un poco como Laura Gastaldi atreviéndose). Sí, africana.