
Se me fue al carajo. Lo de ser constante, digo. Lo de las publicaciones semanales del blog, o quincenales, o lo que pinche conlleve la palabra perseverancia. ¡Desde octubre sin escribir! Hay quien pensará que estamos muertas ya, mea culpa, signore, pero nada que ver. Cuando mi hermano era pequeño tiraba el balón a la canasta de basket y nos reíamos de él porque ni siquiera llegaba a la mitad del palo. Después de dos o tres horas conseguía, ocasionalmente, que la red se tambaleara por una rozadura suave en la parte de abajo. Un poquito después le pegaba ya al aro y en una de esas encestó. Ya era de noche. Será que yo me distraigo y me quedo mirando las rayitas del balón, preguntándome su por qué o coloreándolo de otro color más bonito que el obvio naranja (quizá si fuera verde y negro metería triples), excusez-moi. Y ahora me pasa otra vez lo de siempre: que se me pasó el ahora y tengo tantas historias como días y tengo que contarlas para poder contar la historia de ahora, cuando la Tierra tiembla para decirle a Nati que está viva, viva la Tierra y viva ella, en su tierrita, ahora que la Ire está desaparecida entre venezolanos de playa y ciudades de machete en mano si-me-ves-llegar-¡corre! , ahora que la Negrita actúa en los bares con su más grande parcero y plusquamqueamore venido de la mismísima Gotera de Leganés (in Madrid est) y se rodean de zapatistas en Chiapas como el que se cubre con un aguayo cuando hace frío, ahora que yo escribo lo que querría escribir ahora y escribo desde Madrid (yo sí), con el cuerpo que no quiere acostumbrarse al frío y la piel desteñida de Caribe y amor encerrado. Así es: las mujereslocas dinamitas y dinamitadoras se dispersaron por el mundo y la que no está en México está en Venezuela y la que está en Chile me llama a España. Pero no se vayan a pensar que la cosa explotó y eso es todo, fue-bonito-mientras-duró, hicimos-lo-que-pudimos, atrás-quedaron-los-mejores-días-de-nuestras-vidas, te-acuerdas-de-ese-viaje-que-hicimos-cuando-aún-éramos-jóvenes. No, no, my darling. Not yet. No nos hemos desperdigado por ahí como balas perdidas ni como semillas queriendo asentarse y brotar. Aunque parece que Nati verá a la Dinamita a su entrada por el DF, saliendo de alguna de sus clases de Astrofísica de la UniversidadblabladeMéxico, el equipo no se rinde y empujaremos la maldita kombi hasta donde tiene que llegar al más puro estilo Little miss sunshine que venimos practicando desde hace casi un año. Después del final abrupto, alocado, explosivo y tormentoso del 2009 (ahí se viene la historia, despacito, pero, you know, en Bolaño el tiempo hay que rehacerlo con la lectura) parece que necesitamos recomponernos de una en una (algunas más que otras, of course) para poder pasar a la siguiente etapa: La prometida Centroamérica (¡yabadabadoo!). En febrero la Dinamita se convirtió en panal y cada una se fue a buscar el polen que necesitaba (Ire, a vos te queda relindo el papel de la Abeja Reina, querida) para dar paso, próximamente en los mejores cines, a la Dinamita Reloaded 2.0, más grotesca y agitadora que nunca, más activa y patrañera, feminista, insurrecta, disparatada, tarambana, tocapelotas, me-da-igualq-lo-que-pienses, este-mundo-es-sólo-un-mundo, todo-es-mentira-aquí y mucho más: una explosión oh my god sin precedentes, nosotras mismas elevadas a nuestro máximo exponente: Dinamita en Centroamérica, comming soon.
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